Con la tecnología de Blogger.

viernes, 28 de octubre de 2011

Fichas

Por Nelson Jimenez Vivero

La lucha comenzo hace tanto tiempo que los fusiles pasaron de moda. El gentío adoraba a su  líder, aunque-a decir verdad eran mas de uno-, el estratega tenia gran simpatía. Junto a el miles se acordonaban en marcha triunfal hacia el trono de la patria, pobres y ricos celebraban el final de la dictadura. Debió ser un día inolvidable e intenso aquel 1ro de enero de 1959.

Por años imagine, junto a mi generación post-triunfo, como había sido aquel día que puso fin al monstruo dictatorial. Fiesta y confusión nocturna, ardor en el pecho, cuanto ideal reprimido salto a poner su copa en aquel brindis de esperanzas! Después, no mucho, desaparecieron Camilo y el Che para inmortalizar imagenes de guerrilleros útiles de cualquier modo. Y el pueblo lo supo, quedaba un solo hombre en la silla turca, el sobreviviente de los cien combates y la guerra pequeña, el mástil de la isla grande en plena victoria, el máximo líder y por ende: el máximo responsable.

Supero expectativas y supo decir palabras rosadas, no era un tuerto en pueblo de ciegos, sino una voz hermosa en pleno silencio. Armo su tablero y comenzo la segunda guerra grande, decapitar peones y disfrazar reinas era un entretenimiento simple y divertido. Pero no era comunista, era un rey, el comunismo era un instrumento moderno para sembrarse una corona verde olivo, no tuvo alternativas, el cetro tenia que ser la cortina férrea; la oligarquía no se gana con una guerra en este siglo. La blasfemia dejo de ser calumnia. Había que inventar un enemigo muy fuerte, que mejor dragón que el imperio del norte!?, cuantas cabezas podían dibujarse entre las estrellas! Llego el fuego de sus lenguas cercanas y besaron las botas grandes que bajaron de la Sierra. El monstruo supo convertirse en gusarapo y atravesar cual espada el corazón de los ciervos. Quien planifico su primera derrota en América? Fue el soberano o el dragón? Nadie puede pensar que no fue hermoso y desigual el cortisimo encuentro entre tanques y pistolitas de agua salada . Fue tan dulce y productivo que Nemecia tuviera sus zapatos blancos que los carboneros de la ciénaga aun cantan su "trilce" historia. El monarca había comenzado una leyenda infinita; el dragón rascaba su inmensa panza con sus garras plásticas, iluminando un porvenir de fangosos intereses no comentados. El duelo no era interesante, sino útil. Debía prevalecer la disputa entre dos enemigos, no importaba cuantas victorias ni cuantos ataques, lo verdaderamente provechoso era la distancia.

Han pasado mas de cincuenta anos y el juego entre las bestias se dibuja infantil. Los siervos siguen viendo a los enemigos lanzándole polvitos virulentos , tumbando aviones pequeños con tirapiedras; y es que acaso nadie se va a dar cuenta de que se besan  escondidos sin los labios? Es necesaria la lucha de contrarios para afirmar posiciones. En un tablero no puede jugarse solo con las blancas, han estado moviendo fichas en ambos extremos de la mesa. Nadie debe ganar, ese es el acuerdo que garantiza la eternidad de los jugadores. Nadie puede ganar, porque el pueblo es el único que sufre y se cree protagonista mientras sigue cumpliendo su eterna función de ficha. Confundir es muy fácil cuando el báculo puede convertirse en tenaza ante un pequeño error; y siempre sera el enemigo quien guarde la espalda, el otro bando, el negro, función perfecta para un dragón legendario y occidental.

No hubo principio invariable, metamorfosis apocalíptica. Cada razón se esfuma lentamente quinquenio tras quinquenio. Ambos jugadores cambian de traje, el dragón aparenta una estocada mortal, abraza la isla; el rey necesita un escudo grueso para ocultar las causas del hambre permanente, agradece el jaque. El águila imperial cumple su promesa con los corderos y todos son felices con ambas justificaciones. La corte permanece intachable, ya con diamantes y lujosas caravanas, ya con cascos simulando la construccion de pirámides por si es cierto ese absurdo rumor de que el Rey no es inmortal. La corte despedaza su bandera de tierra inmaculada en mayúsculos trozos de cartón dibujados con frases viejas. Son inmortales, han compartido la manzana de la discordia cual buenos amigos que saben odiarse tiernamente con dientes afilados. La sangre, hermosa sangre, esa no importa, solo es del pueblo que se reproduce. Siempre nacen mas, hasta algunos vivos saben  nacer muertos para no alterar índices nacionales. Hasta ese extremo llega el patriotismo de los plebeyos. No importa si se van; allá lejos-cerca, son también útiles, arrastrándose por la tierra y transformándose en hermosas mariposas americanas. Son un símbolo que debe ser cuidado, otro enemigo de la patria soberana, otra razón para ser firmes e ir a morir voluntariamente en cualquier combate. Y no nos damos cuenta del color de nuestras alas? Adonde volamos con una vida tan corta? Somos fichas también, blancas, negras, bicolor y hasta grises, flamantes fichas movibles cual balsa en pleno Golfo.

Transcurre el tiempo y nadie parece creer ya en la oligarquía; pero sigue el rostro museable de la muy traicionada revolución suplicando clemencia, mientras ladra un suspiro infernal hacia el norte. Razón de vivir es la culpa transpolada, el sueno del que nadie sabe como despertar, la repetida esperanza de que se rompa el horizonte sin mas sangre, de que se abra la tierra para tragarse al Rey o a la bestia -según el bando- y nadie parece darse cuenta de que frente al tablero nos sentamos diariamente a condenarnos unos a otros , cambiando de sitio en la mesa. Nos hemos sentado en casi todas las sillas y no vemos las caras del vecino. estamos mordiendo una misma fruta y no reconocemos el color de las narices que portamos. En los ochenta los huevos se tiraban contra las puertas de los gusanos y en los noventa las mariposas regresaban a ofrecer pollo como muestra de su falsa compasión evolutiva y los tiradores de antaño lo tragan sin remordimientos.

Personas, millones de esos seres que somos, la razón de la vida no es la guerra, sino comprender que no hay enemigos.