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domingo, 13 de noviembre de 2011

Un médico, ¿y qué?

Por Nelson Jimenez Vivero

Cuando emigré a Venezuela en 1994, me sorprendió comprobar como la gente de ese pueblo -hoy con menos esperanza que el cubano-, tenía en general la opinión de que la medicina en Cuba posee un alto nivel de desarrollo. Al ser médico, como es natural, intentaba explicar cada vez que me inquirían, que las cosas no eran exactamente así. Pero no había modo de que comprendieran lo que les explicaba.

Definitivamente la imagen de la salud pública y la buena calidad del médico cubano habían sido sembradas de forma irremediable en el entendimiento de aquellos distantes observadores. Luego, crecieron esas semillas y ya tenían un bosque denso de razones para seguir llegando a conclusiones dignas de loas a los responsables de esos "logros", el proceso revolucionario.Eso deriva de la conocida labor propagandística que tan eficientemente se ha llevado a cabo durante todas estas décadas.

Para que un médico tenga buena formación requiere tener acceso a la información global y a la tecnología de punta tanto en medios diagnósticos como en terapeuticos. He ahí el talón de aquiles del médico cubano. Su fortaleza fundamental: el entrenamiento en la clínica, eso que sorprende a los observadores de otras latitudes cuando ven a un médico que con una entrevista y un examen físico llegan a diagnóstico certero, el llamado ojo clínico que se desarrolla precisamente en la carencia de los medios diagnósticos, por necesidad.

Obvio, si ese profesional rompe las barreras de la oscuridad en la que se ha visto obligado a ejercer y se actualiza, tendremos un médico cubano con años de experiencia en el extranjero, por lo que su talón de Aquiles desaparece. Es más fácil que un médico cubano aprenda lo que le falta a que un médico de un país "normal" gane el ojo clínico casi mágico que algunos han desarrollado. En este punto... hay esperanza.

El otro punto que determina la calidad de la atención de salud en Cuba es la precaria situación en la que se encuentran los centros médicos. No tiene sentido dedicar tiempo a enumerar el deterioro y las carencias de todo tipo, miles de fotos en internet muestran camas sin sábanas, baños sin agua, pacientes en condiciones infrahumanas ingresados en estas denigrantes salas que difícilmente se vean en otras partes del mundo con tal depauperación. Los empleados con sueldos miserables, etc. Este es otro aspecto a tomar en consideración a la hora de tratar de concluir si el sistema de salud es funcional y digno. Luego está las imposibilidad de administrar los medicamentos apropiados.

Si nos vamos al concepto de salud de la OMS: "Equilibrio bio-psico-social". La pregunta básica final es: ¿Hay alguien sano en Cuba?

No, nadie está sano en un lugar donde si logra comer, no logra domir bien, o tiene que robar para sobrevivir, o, incluso ahora probablemente pueda prostituirse con autorización gubernamental para arreglar el baño de su casa, según declaración de la hija de la nueva hipófisis que han colocado en la obsoleta silla turca. Nadie está sano en Cuba, y no hay sistema de salud que pueda curar, aliviar siquiera, tal magnitud de morbilidad, porque incluso cada miembro de ese ejército de trabajadores de la salud, es también un enfermo.

La conducta se mueve en función de intentar satisfascer las necesidades. En la medida en que se tenga exito en esos intentos, se logra bienestar y salud. Cuando ocurre lo contrario, cuando todo está insatisfecho lo que se acumulan son frustraciones y estrés, mucho estrés.

De nadie es secreto que los niveles de alcoholismo en Cuba son alarmantes, otra enfermedad cuyo origen es asociado en muchos casos a un mecanismo de defensa llamado "compensación". En un sentido negativo, la insatisfacción de las necesidades provoca que para aliviar la tensión que estas provocan el individuo se refugie en el alcohol y las drogas.

¿Salud en Cuba? Un médico, sí, ¿y qué?, ¿para qué sirve?, ¿qué puede hacer en medio de tal desastre?